Para Manel
“La
infancia es la patria del hombre” decía Rilke. Nos hicimos en el grupo desde
niños, desde esa infancia. No entiendo por qué solo somos veintinueve en este
grupo de Whats App llamado “Pinares de la Campa”, debería haber más de cien
personas. No solo por el recuerdo de lo que fuimos y aprendimos allí, sino por
el poso que nos dejó para la vida. Se puede suponer que mucha gente estuvo de
pasó y no le marcó aquella etapa, hasta puede que lo hayan olvidado, pero a
determinada edad, recuperar muchos de aquellos momentos, la amistad,
sensaciones, recuerdos, la felicidad que fueron aquellos campamentos… hasta
puede que sea sano y reconforte. Me gusta esa idea que nos unió y que nos
vuelve a unir. Estoy impaciente porque nos volvamos a reunir, tengo ganas de
veros en persona a todos.
O esto que
decía Chesterton: “Lo fascinante de la infancia es que cualquier cosa en ella
resulta maravillosa”.
Yo entro a
este grupo y veo más de cuatrocientos mensajes, no entiendo por qué algunos se
han ido. Me paso un buen rato leyendo, me parto de risa de las cosas que salen
aquí y hasta pensé que estabais de campamento con el diario tan bueno que estáis
haciendo con Manel de las marchas y del campamento en general.
Me vienen
recuerdos olvidados. El del maratón aquel que empezamos en Tama hasta Castro
Cillorigo, cuando empezaba a hacer calor y solo habíamos empezado. Me veo
correr siendo un chaval y esforzándome por llegar, hasta me vienen olores del
campo, de la mañana en Liébana, es fascinante. Resulta un poco de terapia, me
alegra el día. Es volver a sentir y de fondo siempre Cesar.
Y hasta
aquí me dijo Manel que se lo enviara a por email.
Y ahora pienso
otra vez en Cesar y vuelvo a sentir cuanto bien nos hizo…
Miguelón
dijo lo de “El último calducho” es ese diario de campamento de ficción que
habéis ido recreando y que me ha fascinado tanto… también se refirió a Rilke y
a Chesterton, a mi formación y yo le dije que Cesar me dijo después de mi
fracaso escolar que no dejara nunca de leer y escribir, nunca lo hice.
Un día de
nuestra juventud Maica me matriculó en la Escuela de Letras de Madrid, hoy
“Escuela contemporánea de Humanidades” y allí continué formándome en una
corriente literaria y filosófica que empezó con Cesar. Cuanto me gustaría que
Cesar pudiera estar aquí… y pudiera seguir creándome aquella inquietud,
abriendo mi mente como lo hacía cuando yo era un niño. Cuanto bien me hizo,
cada minuto que pasé con él fui formando “mi patria” y aunque en muchas etapas
de mi vida me haya hundido en momentos de frustración y fracaso, él también me
enseñó que el fracaso nunca es definitivo, que nada nos puede apartar del
camino y que al final vivimos como queremos vivir, somos los únicos
responsables de nuestra vida.
Manel dijo,
“dos pesetas de tristeza” lo dijo en uno de esos relatos que el recrea de su
niñez, y me desgarró, me trajo una sensación que todos hemos sentido alguna
vez.
“Dos
pesetas de tristeza” y a mí me parece que con ellas nos hemos pagado este
viaje, este derecho que dice Quique de estar todos hoy aquí. Nos hemos pagado
un poco de humildad, y esta bonita amistad.
La Vera, 1
de agosto de 2020
Antonio
Misas
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